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En las economías desarrolladas la electricidad es un bien esencial cuyo suministro y consumo alcanza a todas las actividades de la sociedad. La forma en que se organiza y regula el sector eléctrico no sólo afecta a las empresas generadoras y distribuidoras de electricidad, sino a las que participan en la producción de bienes y servicios en otros sectores de la economía, para las que la electricidad es un input básico que puede alterar sensiblemente su estructura de costes cuando el precio del mismo se modifica. Igualmente ocurre para todos las unidades de consumo que gastan una peque¤a fracción de su renta en su adquisición. También los Gobiernos conocen la importante repercusión de la electricidad sobre magnitudes macroeconómicas como la inflación, el empleo o la distribución de la renta, de forma que la misma regulación de éstos se ha venido utilizando como una variable más de política económica.

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